«El silencio es el gran ausente de la pedagogía», nos dice. Al margen de la verbalidad no queda nada que comunicar. Y, sin embargo, el silencio es la cuna de la palabra. Es la fuente del discurso con sentido. En el silencio el ser humano se conoce a sí mismo en toda la hondura de su insondable misterio, conoce la realidad que le rodea, conoce a los otros, a sus semejantes, en su radical humanidad. «La contemplación callada del rostro ajeno abre las puertas a una experiencia inédita en el campo empírico: es la experiencia del misterio, de la extrañeza, de la sorpresa, de la inefabilidad del otro». En definitiva, la mirada silente nos ofrece otra mirada, más honda, más pura, más clara, de la realidad.
beatriz corte dice:
me parece muy importante este aporte y que bueno seguir profundizando en el silencio como parte esencial del educador.
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dice:
Decía Antonio Machado "Quien habla solo/ espera hablar a Dios un día". Quien habla consigo mismo y escucha su voz interior aprende a escuchar de verdad a los demás.
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