El mes de agosto en Chile es el mes de la solidaridad. Tiene su centro en el testimonio de San Alberto Hurtado sj, quien fue un apasionado del Evangelio de Jesús y un testigo de su amor por los más pobres, a quienes Hurtado llamaba “sus patroncitos”. Trabajó incansablemente, cuestionando las estructuras de su tiempo y la sociedad. Su voz sigue resonando con la misma urgencia 67 años después: “¡El pobre es Cristo!...”. De su vida se dice que es “Un fuego que enciende otros fuegos”.
El mes de la solidaridad está destinado a promover una “cultura de la solidaridad”, convocando a diferentes instituciones a realizar actividades en favor de los más vulnerables. Distintas acciones se organizan y celebran en Parroquias y Colegios. Es un mes en el que se nos invita a mirar nuestra realidad y dejarnos afectar por ella, algo propio de nuestra espiritualidad ignaciana. Este año, en los Colegios de la Compañía de María, este mes se entrelaza con la búsqueda y acción de una solidaridad universal, con el cuidado de la Casa Común, y especialmente con la Conferencia del Cambio Climático (COP25) que se realizará en el mes de diciembre en Santiago de Chile. De ahí que el lema que desde ahora nos acompaña es: “La Justicia, horizonte de la solidaridad en un planeta que clama auxilio”. El tiempo se acaba. Hay que actuar.