Hace más de 40 años la Compañía de María acompaña el caminar de esta comunidad afrocolombiana que mora entre la desembocadura del río Patía y el extenso Océano PacÍfico.
Un territorio extenso, de naturaleza exuberante y gente alegre, en el que la pobreza ha hecho su trinchera, debido al olvido del Estado. No hay agua potable, la luz eléctrica llegó hace solo un par de años y ahora escasea, no hay condiciones de salud… En fin, un sinnúmero de necesidades…
Pero la educación tiene poder de transformar y, por eso, este pueblo que ya cuenta con un grupo de exalumnos de la Compañía de María que accedieron a la Universidad y están estudiando en distintas regiones del país y desean regresar a su tierra para trabajar por mejorarla, se levantó indignado para reclamar pacíficamente sus derechos. Y fue el único Municipio del País en el que no se realizaron las elecciones parlamentarias.
Su grito parece que fue escuchado y los representantes del Estado que se dieron cita para escuchar los reclamos, prometieron luz, agua y tantas cosas que simplemente, les deben.