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Luces y sombras

Haití, 5 años después del terremoto.

Marzo 2015 | Mª Pilar Núñez-Cubero, odn (Barcelona, España) | Expériences

Acabo de volver de mi 5ª estancia en Haití...

Estos países en desarrollo, me devuelven a mis tiempos largamente pasados... donde la ingenuidad infantil y adolescente formulaba constantemente, ¿por qué?

Siempre vuelvo de Haití, desalmada, que no desanimada porque tiene otra acepción, y es que allí dejo el “ánima” –aquí si vale la palabra: ánima principio de vida, que se queda allí para “empujar la vida”, otra vida un poco menos dura, animar el camino hacia su propio desarrollo desde ellos mismos, con ellos, entre ellos, por ellos y para ellos.  Sin imposición, con una ingenuidad un poco más madura, pero ingenuidad al fin y al cabo desde la fraternidad y la igualdad cristiana, no solo revolucionaria, sino la de Hijos de un mismo Dios, porque Haití es un país religioso, cristiano, aunque no todos católicos y con una buena dosis de sincretismo.

Y lo primero que la gente quiere saber es si ha llegado el dinero, lo mucho que se dio en nuestro país, segundo país del mundo en donaciones, después de los Estados Unidos. Y hay que responder que sí, el dinero ha entrado a mantas en Haití. Pero, ¿ha llegado a la gente?, bueno en metálico no ni a la gente ni a los dirigentes locales. A la gente se le ha dado sobre todo al comienzo en alimentación, agua, “tiendas” para alojarse. Ahora ya en casitas. Se han construido poblados bien alineados, con casitas todas iguales... con tanques para recoger agua y poderse servir al interior. Se han construido, poblados, pueblos y ciudades bien construidos, con calles amplias en paralelo y perpendicular.

Lo que más he apreciado es que vuelve a resurgir la agricultura. Enfrente o al lado de los poblados y ciudades han aparecido grandes plantaciones de plátano, banana, verduras y grandes arrozales.

Las instituciones religiosas han reconstruido sus colegios y comunidades, y bueno, ¡no hubiera estado mal que fueran más sencillas!! ¿previsión de futuro? Solo Dios lo sabe...

En la ciudad ya no hay escombros, las plazas están despejadas y sin tiendas de campaña. Algunos edificios se han rehecho, en otros queda el terreno para edificar.
Mientras estas son las consolaciones ¿qué es lo que me desalma?...

El terremoto parece olvidado, las gentes se mueven alegres y gritan en las calles... LAS HERIDAS FISICAS DE ORIGEN EXTERNO PARECEN EXTINGUIRSE Y CURARSE, PERO PERMANECEN LAS HERIDAS DE LA HISTORIA!!!

Y ¿qué remedio hay para ello? ¿Cómo animar y dar respuesta?, la principal de que ellos y nosotros somos iguales. Se lo digo: estoy allí porque los quiero de verás, porque son iguales que yo... y me miran con una cara de sorna... eso se lo cree tu abuela. Son amables, ¿colaboradores? Bueno si se les pide algo con “guante blanco”, bien, pero si sienten que el gesto es autoritario, se cruzan... yo no soy esclavo.

Se vuelve al estado pre-terremoto. En las calles hay desorden y falta de disciplina, las basuras llenan las cunetas que tenían que servir para desalojar el agua de las grandes lluvias, en las calles del centro... no en la zona residencial, oculta entre árboles en la colina , porque el nombre de la isla “precolombina” era AYITI, que quiere decir “país alto”, mucha montaña. Sus casas, aparentemente limpias, sin mirar los rincones, y las de la gente del pueblo carecen de mobiliario (armarios, cajoneras) que facilitan el orden, pero las personas salen de sus casas como princesas y príncipes. Orgullo de país.

Y aquí vuelve mi ingenuidad...

¿Por qué en Haití son todos negros y solo negros?
¿Por qué cuando pasas la frontera a la República Dominicana, encuentras un país totalmente diferente y con fisionomías multirraciales?
¿Por qué se odian dos pueblos que viven en una misma isla?, ¿50 años más de colonización favorecieron un mejor desarrollo?
¿Por qué en Haití no hay vestigios de edificios emblemáticos del tiempo de la colonia? 

Independencia fue igual a destrucción, pero les queda el orgullo de haber sido el primer pueblo de América Latina a obtener la independencia (1803).

Seguiría con más ¿por qué?, pero creo que son suficientes para comprender que vuelvo desalmada y que mi ánima se queda allí... ¿ya va más deprisa mi cabeza y corazón que mis fuerzas físicas?... Tal vez.

Pero no olvidemos Haití en nuestras oraciones, en todo tipo de ayuda y a lo mejor con nuestras personas.
 

Mª Pilar Núñez-Cubero: religiosa de la Compañía de María Nuestra Señora. Doctora en Medicina y Cirugía, especialidad Ginecología y Obstetricia. Nació en Valladolid, España. Actualmente Ginecóloga y Profesora de Bioética.


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