El confinamiento, la ausencia de estudiantes en nuestros colegios, y de su profesorado, despertaron una gran comunidad educativa a través de las redes. Una familia ampliada: los laicos, los amigos, las familias, las religiosas mismas. Nos convocaba la fiesta de Santa Juana.
Nunca ella fue tan conocida y honrada como este 15 de mayo de 2020. Por las redes de exalumnas, amigos y todos los cercanos, circuló una nueva versión de la Novena, con meditaciones realizadas por distintas religiosas.
Y la Eucaristía de la Fiesta, celebrada en Bogotá, con la proclamación de la Palabra desde Temécula y Lima, con cantos, plegarias, ofrendas que llegaron desde distintos rincones de la Provincia. Todo resultó particularmente significativo.
Hoy resuenan las palabras que nos vienen de distintos lugares de la Iglesia: sinodalidad, solidaridad, comunión, encuentro, fraternidad… Todo ello pudimos vivirlo quienes estuvimos participando virtualmente desde cada lugar de la Provincia. Santa Juana hizo esta vez el milagro de aquella unión de corazones, a la que invitaba a través de sus cartas.