El pasado mes de septiembre, México se vio seriamente afectado por fenómenos naturales que causaron graves daños en una gran parte de la República: el ataque simultáneo de dos huracanes: “Manuel”, en el litoral del Pacífico e “Ingrid” que entró por el Golfo.
Las noticias, que continuamente reportaban las pérdidas humanas y materiales, mantuvieron muchos días al país entre el dolor, el asombro, la impotencia y la urgencia de ayudar.
Dentro de la problemática que vivimos nunca nos abandonó una luz de esperanza, y la creatividad y la solidaridad de los mexicanos nuevamente salió a flote.
Como en otras ocasiones, se organizaron grupos de apoyo en escuelas, empresas, medios de comunicación, a través de los gobiernos locales y del federal… Largas filas de personas acudieron a los centros de acopio para entregar lo mucho o poco que pudieron aportar. El tiempo y el esfuerzo dedicados, sin más interés que el de ayudar a tantas personas damnificadas ha sido, sin duda, el tesoro en el arcoiris después de la tormenta.
En todos los colegios de la Provincia de México vivimos con intensidad lo acontecido y se organizó una campaña motivada por el eslogan: “Si precisas una mano, recuerda que yo tengo dos…” Se hizo verdad, una vez más, que “la solidaridad es la ternura de los pueblos”. Desde los pequeñitos de preescolar hasta los jóvenes de bachillerato, todos se sumaron al esfuerzo nacional con múltiples acciones que evidenciaron los fundamentos humano-cristianos que orientan nuestro Proyecto Educativo Compañía de María.
Lo vivido en este tiempo nos posibilitó hacer nuestra la experiencia de Juana de Lestonnac de “dejarse afectar por la realidad” y, desde ahí, “tender la mano” y responder a las situaciones más necesitadas.
Estamos terminando de escribir esta nota en los mismos días en los que el tifón Haiyán está asolando Filipinas. Nos sentimos muy unidos al sufrimiento de este pueblo y deseamos que la solidaridad sea más fuerte que estos fenómenos meteorológicos que, por una parte, evidencian la limitación humana, pero a la vez ponen de manifiesto que la reconstrucción es posible desde el esfuerzo común, el trabajo unido y la esperanza que resiste en la adversidad. Al tendernos unos a otros las manos, brota una corriente de humanidad que, al final, logrará ser más intensa que los vientos y los ríos desbordados. En esta confianza nos apoyamos para seguir defendiendo la vida.
Lorena Dagdug: Cuernavaca, Morelos, México. Licenciada en Diseño, tiene una Maestría en Ciencias de la Educación. Es miembro del Equipo de Gestión Educativa de la Provincia de México de la Compañía de María. |
gprimoodn@yahoo.com.mx dice:
Muchas felicidades! Sigan "tendiendo la mano" SIEMPRE y EN TODO MOMENTO!, que esta experiencia de dolor, nos lleve a descubrir que cuando nos unimos estamos haciendo vida el reino de Dios.. Acompaño a todas las personas que han sufrido.... ANIMO EL SEÑOR ESTÁ PRESENTE!
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