El 29 de diciembre llegamos a Pescara de lugares distintos de la Provincia de Europa:
De Burdeos : Lidia Veron, Lidvine Nguemeta Mandzong y Patience Masika Mutsunga. De Grenoble : Maria-Goretti Kaswera Kihandi, Léonie Toua y Véronique-Marie Hervé. De Pescara: Alessandra Cironi y Paola Di Carlo. De Tirana: Josefina Rojo, Laura Schiaroli, Mimoza Stojani y Drita Syku. De Roma: Nancy Raquel Fretes y Shuqin Xiao. También Yvette Angulo se unió al grupo.
Nos encontramos por un mismo deseo: reflexionar los caminos de la Pastoral Juvenil y vocacional: el recorrido en los últimos 6 años, los aportes de los jóvenes para el Capítulo General y las perspectivas para los próximos años.
Permanecer unidas en la búsqueda se reveló como una prioridad: el horizonte de la misión es común.
El texto de los Reyes Magos, (Mateo 2 9-12) nos acompañó cada día: sentimos la llamada a salir de nuestras seguridades, a desplazarnos, confiar y vivir en la alegría que Dios nos da.
Siguiendo la luz de la estrella en medio de las tinieblas y el frío, nos abrigó la atmósfera de calidez, optimismo y alegría de la comunidad de hermanas mayores de Pescara. El testimonio de todas en cada gesto, en cada detalle, fue más fuerte que las palabras e hizo surgir en nosotras la necesidad de ser testigos de una verdad que nos viene desde dentro: la experiencia de sentir que Dios nos ama y que dar testimonio de este amor es lo más creativo y más evangélico. Es un don y una responsabilidad.
La deliciosa comida italiana nos recordó que el mundo estaba de fiesta, nos hizo volver a la experiencia cercana de la Navidad y nos llevó a vivir el gozo profundo de sentirnos en la dimensión de Jesús.
En las palabras de los jóvenes, en la forma que expresan que somos creíbles para ellos y lo que no comprenden de nosotras, constatamos que buscan testigos y vivencias fuertes; que nos piden acompañamiento y testimonio auténtico.
Compartir lo que significa la presencia de María en nuestras vidas nos condujo a una peregrinación al Santuario de la Casa de Nuestra Señora de Loreto, allí confirmamos que su presencia ha estado en el principio de la vocación a la vida religiosa de cada una y que en la Compañía de María, se ha ido configurando como un rasgo importante de la orientación de nuestra acción apostólica: María es la Madre de Dios que ofrece a Jesús al mundo, por eso nos marca un modo de vida de generosidad, disponibilidad, fecundidad, apertura y fidelidad a Dios. Ella nos ha entregado a Jesús como fuerza, presencia y seguridad en el camino de fe. Nos anima a ser mujeres fuertes, como está grabado en nuestras constituciones: mujeres que sepamos vivir en nosotras mismas la experiencia de muerte y vida para engendrar la vida, para llegar a ser mujeres unificadas. Al contemplar a María como grupo, sentimos que ella nos invita a estar atentas a la realidad para que como mujeres, tengamos una mirada discerniente para ver el futuro conscientes de la vida que portamos, descubrir nuestro lugar en esta historia, en la Compañía y con una mirada limpia entregar gozosas a Jesús en este mundo roto y herido.
Y volvemos juntas, llenas de alegría, por el camino de Roma, para ofrecer a la Comunidad de la Casa General, a Beatríz y al Equipo, nuestras esperanzas y el compromiso común de vivir con más confianza, alegría y apertura.
Yvette Angulo Rincón, odn: |
Gloria Carrasco dice:
Que linda experiencia, es un honor pertenecer a una comunidad como la de la Compañía de María.
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NANCY RAQUEL dice:
Muchas gracias Yvette, has hecho una linda y profunda recogida de lo vivido juntas.
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