Si tratáramos en este momento de asumir la vida como si fuéramos niños, sería difícil. Sería difícil entender que las dificultades pasan, que los días son mejores si sonreímos, que mañana es un día nuevo y que lo más importante es el aquí y el ahora; sin lugar a duda sería difícil saber que las cosas se deben hacer con amor para hacerlas de la mejor manera, pero creo que lo más difícil sería saber que dónde sea que estemos podemos ser felices si eso es lo que queremos.
Si tratáramos de recordar en este momento “qué queríamos ser cuando fuéramos grandes” probablemente se nos vienen a la cabeza todos los oficios y profesiones que habíamos escuchado alguna vez; desde piloto, hasta odontóloga, pasando por cantante y veterinaria. Esas dudas acerca de lo que pretendíamos hacer no constituían una amenaza para nuestra felicidad, empezando porque no se pensaba en la incidencia social que esta tenía y mucho menos la ganancia económica que nos iba a generar.
Al graduarnos de Bachillerato estamos enfrentándonos al mundo real; llegamos a sentir directamente una sociedad consumista que tiende a lo superficial, una sociedad que se mueve con la economía y que no descansa con tal de llegar a ser “exitosos”, que según el estereotipo es tener casa, carro y finca. Como somos educados por la Compañía de María entendemos que esto no trae la tan anhelada felicidad, entendemos que primero está el bienestar personal y la entrega a los demás. Somos educadas para ser mujeres independientes, confiadas de si mismas que siempre tienen ganas de aprender y explorar, nunca olvidando tender la mano. Esto nos guía en el camino y nos inspira, pero creo que a la hora de tomar decisiones se vuelve indispensable escuchar y aprender de quienes nos rodean.
Al vivir en esta dualidad de la sociedad, en la que chocan el conocimiento y la superficialidad; debemos tomar decisiones, que muchas veces tratando de satisfacer lo que nos rodea, terminamos perdiendo nuestra esencia; la que a la mente de un niño es muy simple: la felicidad.
Nunca escuchamos en la sociedad: “no tengas miedo”, “lo importante es tu tranquilidad y tu bienestar”, “equivocarse hace parte del aprendizaje” ni mucho menos nos dijeron “puedes ser feliz en el lugar en el que estés”. Esto se entiende por la situación que vivimos en el país y en la ciudad, un contexto de desigualdad de oportunidades y de mucho dolor. Creo que esto que nunca nos mencionaron es importante antes de tomar la decisión que cambia en cierta parte nuestras vidas.
Entiendo que la experiencia universitaria es algo que la sociedad actualmente demanda, pero también que se debe hacer por amor al aprendizaje y no por el dinero que esta genere. Quisiera decirles:
No tengan miedo a la hora de elegir una carrera, la carrera no lo es todo. La vida es inmensa y llena de cosas que alimentan el alma como para limitarla a un trabajo.
La carrera no te da pautas para saber qué hacer en tu vida, pero si te guía, para que seas aquella persona que quieres ser en el mundo.
Enfoca siempre tus capacidades al servicio de los otros. La sociedad necesita transformarse y así se vea difícil, tú puedes hacer cambios.
Addy Esther Medina Benitez dice:
Que importante es que el futuro universitario tenga claro qué quiere aportar al otro y no centre su elección de carrera en cosas materiales, sino en lo que todos los días le va a crear satisfacciones y le va a permitir aportar algo para crear un mundo mejor.
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