Y ese colegio que es parte de mí…

“…Y ese colegio que es parte de mi, Inmaculada la virgen del Sí, es el que hoy me recuerda que Juana fue servir”.

Julio 2014 | Florencia Castoldi, odn (Formosa, Argentina) | Experiencias

El pasado 21 de junio, volví a mi ciudad natal (Bahía Blanca, Argentina), al colegio La Inmaculada, del cual soy ex alumna, para celebrar con mucho gozo mi profesión solemne. Fue una oportunidad para celebrar el Amor que Dios nos regala siempre y el cual nos renueva en nuestro compromiso cotidiano.

Muchas veces solemos decir, porque así lo experimentamos, que todo nos habla de Dios, que Dios se manifiesta en todo y en todos. Esto experimenté con mucha fuerza ese día al ingresar en procesión junto a las hermanas, venidas de diferentes comunidades de Argentina, a la capilla del colegio. Ingresamos siendo guiadas por la reliquia de Santa Juana; junto a ella entrábamos a un lugar lleno de recuerdos, anécdotas, pero sobre todo a un lugar sagrado, porque allí se podía gustar la presencia de Dios. En ese lugar aún se pueden sentir la vida de tantas hermanas, que a lo largo de estos 100 años de vida del colegio, rezaron en este lugar, buscaron la voluntad de Dios, soñaron y se entregaron con todas sus fuerzas en la construcción de Reino. Era notablemente visible la alegría de los/as bahienses presentes al ver nuevamente a tantas hermanas juntas en aquel emblemático lugar.

A la vez me detuve a mirar a mis padres que hace poco menos de 50 años en ese mismo lugar se comprometían a contraer matrimonio, y que desde su temprana juventud se animaron a caminar juntos compartiendo el Amor de Dios que los habita. Era experimentar como Dios fue moldeando mi vida, sosteniéndome, pero sobre todo dar gracias porque El fue tejiendo mi vida de manera amorosa, entrecruzando todo de una manera misteriosa y divina.

En los años que yo transité como alumna en esta institución no había comunidad de hermanas de la Compañía de María, y fueron los/as laicos/as los que me supieron transmitir el carisma, los que me motivaron para que me preguntara por cómo vivir plena y feliz el proyecto de Dios en mi vida. Ellos y ellas me transmitieron la certeza de que Dios nos llama a todos y todas, porque nos ama de un modo único y personal. Supieron presentarme de manera creativa que un modo de seguir a Jesús en radicalidad era por medio de la Compañía de María. Es por esto que me sentía invitada a celebrar este nuevo paso, hacer pública mi disposición de amar y servir a Dios definitivamente en la Compañía de María, entre aquellos/as que supieron alentar la chispa de la vocación que Dios había puesto en mi corazón.

Y allí, en esa capilla, en ese contexto, todos y todas reunidos/as celebrábamos el amor del Dios de la vida, de la fidelidad, ese Dios siempre mayor que nos lleva por senderos de libertad.

Como dice el canto con el que comencé estas líneas, en el colegio La Inmaculada de Bahía Blanca aprendí, experimenté y gusté, que Juana fue servir. Fue servicio desinteresado, que se reflejó en una vida entregada en disponibilidad en la construcción de un mundo más fraterno, justo y solidario. En estos momentos me surge pedirle al Dios bueno que haga fecunda nuestras vidas sea como hermanas, como laicos/as, desde los contextos en los que nos movemos, que podamos vivir en servicio verdadero cada día de nuestras vidas.
 

Florencia Castoldi, odn: Religiosa de la Compañía de María. Argentina. Licenciada en trabajo social.


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2 Comentarios

Luz Eugenia Vallejo Villa dice:
Qué bonito, Florencia! "Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida" Un abrazo de hermana y compañera en el seguimiento de Jesús: Luz Eugenia Vallejo
NANCY RAQUEL dice:
Gracias Flor por tan bonito y profundo compartir. Un abrazo y mucho ánimo en la nueva etapa que se inicia.

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